Un dibujito a mano alzada de mi historia
Corría el año 1956 ó 57. Nos habíamos mudado con mi familia –mi mamá Elisa, Pantaleón, mi papá y mi hermana Luci-, de la quinta de flores de Tapiales a Ramos Mejía yo tenía 7 u 8 años. El barrio, Don Bosco. Barrio de laburantes, la mayoría descendientes de inmigrantes, como mi padre, italiano calabrés…
En esos tiempos era la radio un
medio de entretenimiento casi exclusivo para los que no teníamos televisión,
donde mi madre nos habituó a escuchar las radionovelas, la mayoría de historias
gauchescas y de cuchilleros. Carlos Chiappe, Audón López -el Negro Faustino-,
Héctor Bates, Omar Aladio, Adalberto Campos, que interpretaba El león de
Francia, los que recuerdo.
A la noche, mientras comíamos
escuchábamos programas como El Glostora Tango Club, los Pérez García, con doña Amalia Sánchez Ariño, ¡Son Cosas
de esta Vida! con Nelly Meden y Raúl Rossi y humorísticos como Tatín, personaje
de Tato Cifuentes, Pinocho con
Juan Carlos Mareco y la Revista Dislocada de Délfor, los domingos al mediodía.
Cuando mi papá compró el
televisor, un Olympic Apolo, fue mágico, a pesar de los únicos dos colores que
nos permitía ver, el blanco y negro. Las películas de “convoys”, las historias
continuadas del Capitán Maravilla, El Cisco Kid, Annie Oakley, el Llanero Solitario,
Los tres Chiflados…
Los dibujitos animados: El Pájaro
Loco, El Gato Félix, Bugs Bunny, Las Urracas Parlanchinas, Popeye, Olivia,
Brutus, Tom y Jerry, Tweety, cantidad de entrañables personajes que nos
divertían y acompañaron tantos años.
Pero había en la tele un programa,
que además de entretenerme me hacía volar la imaginación, “Disneylandia”. No
voy a nombrar los inolvidables clásicos y actuales personajes de Walt Disney
puesto que todos los que lean mi blog, conocerán.
Disneylandia tenía cuatro módulos o temas, El Lejano Oeste -todavía tengo en mis oídos la voz del locutor con el fondo musical de la presentación-, La Tierra del Futuro, La tierra de la Fantasía, La Tierra de las Aventuras…
Disneylandia tenía cuatro módulos o temas, El Lejano Oeste -todavía tengo en mis oídos la voz del locutor con el fondo musical de la presentación-, La Tierra del Futuro, La tierra de la Fantasía, La Tierra de las Aventuras…
Y en este módulo, “La Tierra de
la Aventuras”, me detengo para continuar, justamente con “la paloma”. En un
capitulo de "El mágico mundo de Disney" de 1958 y se llamaba
"The Pigeon That Worked a Miracle" o "La paloma que obró un
milagro", -Google mediante- encontré el nombre y la sinópsis: Joven Chad Smith se convierte en un
inválido después de un partido de béisbol y se ve obligado a negociar en su
pasatiempo favorito para las carreras de palomas. A través de esta afición
recién descubierta, desarrolla afecto por una de sus palomas que de repente se va
volando con el fin de escapar de un depredador barrio. Filmada en su mayoría
en estilo documental, la película cuenta la historia de esta paloma especial y
su viaje por todo el campo, antes de su eventual retorno al muchacho que la
amó.
De ahí quedé prendado con mis
ilusiones de chico a esa historia, deseando tener un ave con esas
características de fidelidad a toda prueba.
No recuerdo bien quién me regaló
una paloma, de color azul, como la paloma mensajera de ese capítulo. Creo que
un compañero de la escuela primaria. La tenía en mi casa en un habitáculo hecho
con un cajón de manzanas y cada vez que salía a la casa de los amigos o
juntarnos en la placita del barrio la llevaba conmigo, y en el trayecto
mantenía una “conversación” con el ave sintiéndome de esta manera el
protagonista de la película.
Un día, en una de esas salidas
con mi inseparable mascota, fui a la casa de mi amigo Juan Carlos, y su padre,
que era aficionado a las palomas buchonas, me dijo, ¡es un buchona!.
De ahí en más, la paloma buchona
entró para siempre en mi vida…
…de como la Paloma voló junto a la magia y la fantasía de aquellos tiempos, cuando la imaginación y la realidad se daban cita en el corazón de un niño…. hermosos recuerdos.
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