martes, 19 de noviembre de 2013

Como entré en la afición palomera

 

Un dibujito a mano alzada de mi historia


Corría el año 1956 ó 57. Nos habíamos mudado con mi familia –mi mamá Elisa, Pantaleón, mi papá y mi hermana Luci-, de la quinta de flores de Tapiales a Ramos Mejía yo tenía 7 u 8 años. El barrio, Don Bosco. Barrio de laburantes, la mayoría descendientes de inmigrantes, como mi padre, italiano calabrés…
En esos tiempos era la radio un medio de entretenimiento casi exclusivo para los que no teníamos televisión, donde mi madre nos habituó a escuchar las radionovelas, la mayoría de historias gauchescas y de cuchilleros. Carlos Chiappe, Audón López -el Negro Faustino-, Héctor Bates, Omar Aladio, Adalberto Campos, que interpretaba El león de Francia, los que recuerdo.
A la noche, mientras comíamos escuchábamos programas como El Glostora Tango Club,  los Pérez García, con doña Amalia Sánchez Ariño, ¡Son Cosas de esta Vida! con Nelly Meden y Raúl Rossi y humorísticos como Tatín, personaje de Tato Cifuentes,  Pinocho con Juan Carlos Mareco y la Revista Dislocada de Délfor, los domingos al mediodía.
Cuando mi papá compró el televisor, un Olympic Apolo, fue mágico, a pesar de los únicos dos colores que nos permitía ver, el blanco y negro. Las películas de “convoys”, las historias continuadas del Capitán Maravilla, El Cisco Kid, Annie Oakley, el Llanero Solitario, Los tres Chiflados…
Los dibujitos animados: El Pájaro Loco, El Gato Félix, Bugs Bunny, Las Urracas Parlanchinas, Popeye, Olivia, Brutus, Tom y Jerry, Tweety, cantidad de entrañables personajes que nos divertían y acompañaron tantos años.
Pero había en la tele un programa, que además de entretenerme me hacía volar la imaginación, “Disneylandia”. No voy a nombrar los inolvidables clásicos y actuales personajes de Walt Disney puesto que todos los que lean mi blog, conocerán. 


Disneylandia tenía cuatro módulos o temas, El Lejano Oeste -todavía tengo en mis oídos la voz del locutor con el fondo musical de la presentación-, La Tierra del Futuro, La tierra de la Fantasía, La Tierra de las Aventuras…
Y en este módulo, “La Tierra de la Aventuras”, me detengo para continuar, justamente con “la paloma”. En un capitulo de "El mágico mundo de Disney" de 1958 y se llamaba "The Pigeon That Worked a Miracle" o "La paloma que obró un milagro", -Google mediante- encontré el nombre y la sinópsis: Joven Chad Smith se convierte en un inválido después de un partido de béisbol y se ve obligado a negociar en su pasatiempo favorito para las carreras de palomas. A través de esta afición recién descubierta, desarrolla afecto por una de sus palomas que de repente se va volando con el fin de escapar de un depredador barrio. Filmada en su mayoría en estilo documental, la película cuenta la historia de esta paloma especial y su viaje por todo el campo, antes de su eventual retorno al muchacho que la amó.
De ahí quedé prendado con mis ilusiones de chico a esa historia, deseando tener un ave con esas características de fidelidad a toda prueba.
No recuerdo bien quién me regaló una paloma, de color azul, como la paloma mensajera de ese capítulo. Creo que un compañero de la escuela primaria. La tenía en mi casa en un habitáculo hecho con un cajón de manzanas y cada vez que salía a la casa de los amigos o juntarnos en la placita del barrio la llevaba conmigo, y en el trayecto mantenía una “conversación” con el ave sintiéndome de esta manera el protagonista de la película.
Un día, en una de esas salidas con mi inseparable mascota, fui a la casa de mi amigo Juan Carlos, y su padre, que era aficionado a las palomas buchonas, me dijo, ¡es un buchona!.
De ahí en más, la paloma buchona entró para siempre en mi vida…

1 comentario:

  1. …de como la Paloma voló junto a la magia y la fantasía de aquellos tiempos, cuando la imaginación y la realidad se daban cita en el corazón de un niño…. hermosos recuerdos.

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